Que todos somos culpables,
de un mundo sin Dios,
de salir corriendo, cuando el miedo.
Culpables, de un mundo sin Dios,
de salir corriendo, cuando el miedo.


Mientras tanto, este mundo

gira y gira sin poderlo detener

y aquí abajo unos cuantos

nos manejan como fichas de ajedréz.

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